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EL CUIDADO
DEL MISIONERO TRANSCULTURAL
Por Gloria Bustamante Zamora
La vida del apóstol Pablo es un ejemplo claro de un misionero
transcultural, rodeado de amigos y hermanos en la fe, a quienes Dios
puso en su vida para cuidarle y ministrarlo, siendo de gran apoyo en
su ministerio, facilitando que pudiera cumplir el llamamiento de llevar
el evangelio a todas las naciones.
El cuidado al misionero no era una tarea exclusiva de personas “expertas”
o especializadas. La Biblia nos muestra que todos somos miembros del
cuerpo de Cristo y como tales, todos y cada uno debemos mantener la
unidad, procurándonos, preocupándonos unos por otros,
cuidándonos y exhortándonos a seguir creciendo en el conocimiento
del Señor, para cumplir la obra que nos ha sido encomendada (Efesios
4:15-16; 1 Tesalonicenses 5:14-15).
El apostol Pablo menciona en sus cartas, más de 70 nombres de
personas que fueron usadas por Dios para ministrarlo, apoyarlo y cuidarlo.
Algunos de ellos fueron Febe, Priscila y Aquila (Romanos 16:1-4) que
lo ayudaron y hasta fueron capaces de exponer su vida por él.
Estefanás, Fortunato y Acaico (1 Corintios 16:17-18) confortaron
su espíritu. Aristarco, Marcos y Justo (Colosenses 4:10-11) se
encargaron de consolarlo. Onésimo (2 Timoteo 1:16-17) muchas
veces buscándolo con solicitud, lo confortó y le fue de
gran bendición. También los hermanos de Tesalónica,
enviaron por medio de Timoteo saludos cariñosos, buenas noticias
de su fe y amor, lo cual para el corazón de Pablo, en medio de
toda su aflicción y necesidad, fue de mucho consuelo. Los hermanos
de Corinto fueron usados por Dios para bendecir y confortar a Pablo
que estaba pasando por conflictos externos y temores internos, de tal
forma que decidieron enviar a Tito para demostrarle en palabra y hecho
el amor y solicitud que ellos le tenían (2 Corintios 7:5-7).
Los filipenses se hicieron presentes, por medio del apoyo económico
(Filipenses 4:10.15).
Pablo no estuvo solo para cumplir el llamamiento que Dios le hizo, el
Espíritu Santo lo usó poderosamente y el Señor
lo rodeó de miembros de su cuerpo para bendecirlo y tomar parte
en el extendimiento de su reino hasta lo último de la tierra.
Como Pablo, los misioneros transculturales hoy día necesitan
apoyo y cuidado en el área espiritual, emocional, física
y de relaciones interpersonales. El recurso humano es lo más
valioso que tenemos, es por eso que debemos cuidarlo y ministrarlo.
Este es un privilegio de gran responsabilidad que implica orar con vehemencia
por ellos y sus familias constantemente, así como por sus colaboradores
y la gente a quienes ministran (Efesios 1:15-23; 3:14-19: Filipenses
1:9-11: Colosenses 1:9; 4:2-4: 2 Tesalonisenses 3:1-2: Efesios 6:18-19:
1 Timoteo 2:1-2). Pero también debemos estar dispuestos y listos
para escucharlos (Santiago 1:19), animarlos y edificarlos (1 Tesalonisenses
5:11), llevar las cargas juntamente con ellos (Gálatas 6:2) y
restaurarlos en amor (Gálatas 6:1; Romanos 15:1-7).
El cuidado empieza mucho antes de que el misionero se prepara para salir;
continúa mientras está en el campo y sigue cuando regresa
a casa. Pablo siempre contó con el apoyo emocional, espiritual
y financiero, tanto de líderes como de hermanos creyentes en
la fe; juntos participaron en la defensa y confirmación del evangelio.
(Filipenses 1:1-8; 4:15).
El cuidado al misionero involucra tres niveles
diferentes de personas:
1. El pastor y líder que reconoce la necesidad del cuidar, apoyar,
entrenar y sostener a su misionero.
2. La persona con los dones, visión y talentos para establecer
y mantener un programa que se encargue de orientar, ministrar, actualizar
y ayudar al desarrollo constante del misionero y su familia, desde antes
de ir al campo y aun después que haya regresado.
3. Cada miembro es responsable del bienestar del misionero (1 Corintios
12:25).
Algunas ideas prácticas de como cuidar
a su misionero.
Antes de salir:
• Ore constantemente por él y su familia. Pregunte en qué
áreas específicas necesitan más oración.
• Ayude a encontrar información sobre el país al
que irán, así como del grupo específico al que
ministrarán. Vaya a las librerías, consulte el internet,
lea revistas y materiales misioneros y esté pendiente de las
noticias diarias en el periódico sobre artículos relacionados
con el tema.
• Apoye investigando qué tipo de visa, lugar de expedición,
costos y requisitos se necesitan para entrar al nuevo país. Pregunte
sobre los requisitos en cuanto a las vacunas, seguro, envío del
dinero y seguridad requeridos por el país al que irán.
• Esté dispuesto a escucharlos, animarlos y apoyarlos mientras
se dispone para salir; seguramente sus emociones estarán variando.
• Ayude a conseguir todo el equipo que necesitaran para el viaje.
Puede apoyarlos en hacer sus compras (si ellos prefieren hacerlas) y
si tienen niños ofrézcase a cuidarlos mientras ellos salen
a realizar sus diligencias.
• Ayude a empacar las cosas que dejaran almacenadas en su casa,
así como las que necesitaran llevar al viaje.
• Provea de comida preparada los últimos días antes
del viaje, a fin de que puedan tener tiempo y concentrarse en los últimos
detalles.
• En caso de requerirlo, ofrezca su hogar para que se hospeden
un día antes de su partir.
• Encárguese de hacer las copias de la carta de oración
y envíelas a su lista de intercesores.
• Organice una reunión abierta para todos sus amigos para
que puedan despedirse de ellos.
• Planee un servicio especial de envío y despedida acompañado
de una reunión de compañerismo.
• Tome fotos de sus reuniones con amigos y hermanos en la fe y
revélelas antes de que se vaya, para que se lleve el recuerdo
de sus últimos días y del amor expresado por todos.
• Escriba un artículo para el boletín de la congregación
o para la revista denominacional, compartiendo que su misionero y familia
(en su caso) está por salir, animando a los hermanos a comprometerse
en oración tanto por él como por el país y grupo
al que ministrará; así como a comprometerse en apoyarlo
económicamente con la seguridad de que todo redundará
en bendición.
• Pregunte en qué puede ayudarlos y si necesitan algo,
esté disponible con su tiempo y sus recursos. En ocasiones, probablemente
necesitaran su coche o camioneta para llevar cosas de un lugar otro.
• Asegúrese de llevarlos al aeropuerto, terminal de autobuses
o trenes. Un grupo puede ir a despedirlo, acompañándolos
antes de partir.
Mientras está en el campo:
• Ore constantemente por él y su familia.
• Escríbale seguido y compártale sobre su vida,
pensamientos y sentimientos. Mande fotos ya sea por internet o correo
normal. Permítale seguir siendo parte de su vida aun cuando esté
a distancia.
• Manténgase actualizado de lo que su misionero hace. Respóndale
cada vez que le escribe y conteste lo que le pregunte. Use esas cartas
para tener motivos específicos de oración.
• No olvide enviarle felicitaciones en el día de su cumpleaños,
aniversarios, ocasiones especiales o festividades. Mándale una
carta especial, una tarjeta bonita, llámelo por teléfono
o envíele algo por fax.
• Si el misionero está casado, no olvide que la esposa
también necesita que las mujeres de la iglesia le escriban y
animen al igual que los niños a los hijos de ellos.
• Con el fin de animarlo y mostrarle su apoyo, mándele
de vez en cuando “paquetes de amor” que contengan cosas
que al misionero le agradan y le sean útiles como sermones grabados,
estudios bíblicos o música de alabanza y de adoración.
• Considere visitar a su misionero en el campo para animarle y
conocer la obra que juntos están llevando.
• Grabe un video con algún evento especial y mándele
saludos para que vaya viendo a los nuevos miembros y los cambios que
la gente va teniendo.
• Cuando usted lea un libro que considere de beneficio y edificación,
no dude en hacérselo llegar.
• Envíe sus cartas de oración y compártalas
con sus amigos y familiares.
• Ayude a cuidar la casa del misionero y visite con regularidad
a los familiares que quedaron en su país de origen.
• Asegúrese de que el envío de sus recursos monetarios
estén a tiempo y completos.
Cuando regresa a casa:
• Ore constantemente por él y su familia en el proceso
de la readaptación.
• Organice un grupo para recibirlo y darle la bienvenida en la
estación del tren o camión.
• Tenga su casa limpia, preparada para ser habitada, con comida
en la alacena y el refrigerador.
• Esté dispuesto a ayudar a conseguir las cosas que requieran
cuando lo necesiten.
• Consiga un medio de transporte que pueda utilizar para movilizarse.
• Organice en la iglesia un servicio especial de gratitud por
la fidelidad de Dios y la manera en como él los usó y
cuidó en el extranjero.
• Planeé una reunión informal para recibir amigos
y familiares que quieran visitar al misionero.
• Llévelos de compras y muéstreles nuevos lugares.
• Provea de comidas preparadas, invítelos a comer a su
casa o llévelos a su restaurante favorito.
• No los sobrealimente, su sistema digestivo está reajustándose
a los nuevos sabores y condimentos.
• Asegúrese de que se le haga un chequeo médico
completo. Haga los arreglos y encárguese de cubrir todos los
gastos.
• Permita que descansen todo el tiempo que necesitan los primeros
días. Recuerde que su cuerpo y sus emociones están ajustándose
al cambio de horario y cultura.
• Esté pendiente de presentarle a la gente nueva de la
iglesia.
• Actualícelo en cuanto a los eventos y acontecimientos
importantes en la sociedad.
• Un mes antes de que llegue su misionero, mantenga un calendario
para que la gente apunte la fecha, en que visitará e invitará
al misionero a su casa o a salir. Esto evitará que se acumulen
las invitaciones. Cuando lo invite a comer o de visita tenga algunas
fotos para mostrarle.
• Defina una o más fechas para que su misionero comparta
sus vivencias, experiencias y fotos.
• Esté disponible para escucharlo y hacerle preguntas de
interés sobre su vida y ministerio en el país donde sirvió.
• Es importante darle espacio para que haga sus cosas y decida
qué desea hacer.
Como parte del cuidado al misionero es necesario proveerle de constante
entrenamiento y capacitación.
Es necesario:
• Ayudarlos a conocer diferentes métodos de estudio de
la Biblia para beneficio y aplicación.
• Darles una enseñanza sobre guerra espiritual, intercesión
y como vencer diferentes tentaciones.
• Prepararlos para enfrentar el choque cultural y saber cómo
disminuir el estrés.
• Proveer de talleres que los ayuden a saber cómo resolver
conflictos y cómo animarse unos a otros.
• Dar diferentes métodos de aprendizaje para el estudio
de un nuevo idioma y capacitación en el área de liderazgo
y trabajo en equipo.
• Entrenarlos en principios básicos de consejería.
Se concluye que el cuidado misionero es:
• Bíblico.
• Imprescindible, porque no podemos limitar el potencial del misionero
sino apoyarlo a que rinda al 100% de su capacidad.
• Urgente porque ya se están enviando misioneros al campo
sin este cuidado, exponiéndose a fracasos. Dios sigue levantando
obreros y debemos evitar que regresen del campo desanimados, sintiéndose
fracasados y frustrados ya que esto afecta tanto al misionero, el campo
y la iglesia que envía.
• Edificante porque la iglesia es grandemente bendecida, el misionero
y su familia es reconfortada, apoyada y animada a permanecer y continuar
con la labor que les ha sido encomendada.
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