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CONOCIENDO
EL CORAZÓN DE DIOS
Por Jaime Cortinero
Una maestra del kinder contó que una vez un niño estuvo
pintando un cuadro. Cuando le preguntó qué estaba pintando,
contestó, “Estoy pintando a Dios.” La maestra le
dijo, “Juan, nadie sabe cómo es Dios.” Pero el niño
siguió pintando y contestó, “Bueno, cuando termino
yo, sabrán cómo es Dios.”
Espero que después de este mensaje, ustedes conozcan mejor a
Dios porque una vez que sabemos quién es Dios y cómo es,
esto nos ayuda a saber cómo debemos ser nosotros. Las características
que vemos en Dios son las que Él quiere que les revelemos a otras
personas.
Éxodo 3:7-8a; 10-14 “Dijo luego Jehová: Bien he
visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y
he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido
sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios,
y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que
fluye leche y miel . . . Ven, por tanto, ahora, y te enviaré
a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de
Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién
soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos
de Israel? Y él respondió: Vé, porque yo estaré
contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado:
cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre
este monte. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a
los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado
a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?,
¿qué les responderé? Y respondió Dios a
Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a
los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” (Éxodo
3:7-8a; 10-14)
I. Dios es un Dios que habla
“Dijo luego Jehová . . .” Ésta no es la primera
vez que leemos estas palabras. Lo vimos en Génesis 1 después
de que Dios creó los cielos y la tierra. Versículo 3 dice,
“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Toda la creación
llegó a existir por medio de la palabra que Jehová habló.
Y a través de todo el Antiguo Testamento continuamente encontramos
a los profetas diciendo, “Vino a mi palabra de Jehová”
o “Así ha dicho Jehová”.
Nuestro Dios habla. No nos deja solos, tratando de averiguar cómo
será Dios, tratando de crear a un dios con nuestra imaginación.
Dios es un Dios que habla y se auto revela. En Hebreos capítulo
1 el autor dice, “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros
días nos ha hablado por el Hijo.” Antes nos habló
en frasecitas, con ideas incompletas, pero ahora nos ha revelado toda
la verdad en su Hijo, Jesucristo, porque Él es la encarnación
del hablar de Dios, Él es la Palabra Viva de Dios. Las culturas
pueden cambiar; la tecnología avanza, pero el mensaje del Evangelio
es siempre el mismo en Cristo Jesús.
II. Dios es un Dios que ve
“He visto la aflicción de mi pueblo.” Dios vio el
sufrimiento de esos esclavos hebreos en Egipto. Mi dirán, “¿Qué
hay de especial en eso?”
Dios es Dios de todo el Universo. Nuestra planeta Tierra es solamente
una pequeña partícula en todo el Cosmos, en el Universo
tan enorme. Si usted pudiera ver todo el Universo, no podría
ver la Tierra. Es un grano de arena en el Universo. El sistema solar
en que se encuentra la Tierra forma parte de una galaxia que se llama
la Vía Láctea. La Vía Láctea es tan enorme
que si uno empezara en un extremo y viajara a la velocidad de la luz
al otro extremo, le llevarían 100,000 años luz. Pero la
Vía Láctea es solamente una de miles de millones de galaxias
en el Universo. Sin embargo, Dios miró por todo ese espacio y
encontró ese pequeño grano de arena que es la Tierra.
Pasó por un lado de las grandes civilizaciones de ese día,
los egipcios, los hititas, los amorreo, no se fijó su vista en
ellos, sino que se fijó en unos esclavos paupérrimos,
y dijo, “A ellos he visto.”
Cuando un abuelo hebreo bailaba en el fango de barro tratando de hacer
ladrillos sin paja, Dios lo vio. Cuando una madre hebrea dio a luz a
un hijo en condiciones indescriptibles y ese niño miró
al mundo por unos ojos sin esperanza, a ese niño lo vio Dios.
Dios es un Dios que ve.
Quizá te preguntas, “¿Verá Dios lo que estoy
pasando? ¿Ve Dios las necesidades de este mundo?” La respuesta
es, “¡Sí! lo ve, y lo ve claramente.” Y nosotros
necesitamos ver al mundo por los ojos de Dios.
III. Dios es un Dios que oye
“Y he oído su clamor.” Dios oye el clamor de su pueblo.
A veces sentimos que cuando estamos orando nada más estamos tirando
frases al aire. Pero sí tenemos un Dios que oye. Oramos a un
Dios que oye.
Una de las cosas maravillosas de Dios es que tenemos el derecho de ser
franco, abierto, directo con Dios. No tenemos que proyectar cierta imagen
de santito cuando hablamos con Dios. Si uno lee los Salmos se da cuanta
de que el Salmista se quejaba con Dios, expresaba su desilusión,
daba rienda suelta a sus emociones con Dios. Dios nos oye y no se perturbe
con la realidad de nuestros sentimientos.
Eso sí, nos ofrece la forma de cambiar, y no debemos quedarnos
amargados, enojados con Dios porque Él nos puede sanar. Pero
entretanto, nos oye.
I de Juan 5:14-15 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en
él, que si pedimos alguna cosa confirme a su voluntad, él
nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos
que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”
IV. Dios es un Dios que conoce nuestro dolor
“He conocido sus angustias.” La palabra hebrea que se traduce
“he conocido” es una palabra que habla de intimidad, de
sentir, de sentimiento. Dios siente nuestro dolor.
Hay una diferencia entre la simpatía y la empatía. Si
tengo simpatía por ti, significa que observo tu dificultad y
siento lástima por ti. Pero si tengo empatía por ti, siento
tu dolor. Dios siente nuestro dolor.
Eso es lo que distingue a Dios de todos los otros llamados dioses del
mundo. Alá no siente. El Islam es una religión fatalista.
Si algo mal le ocurre a uno, es que Alá lo determinó.
Los dioses y diosas hindúes no sienten. Si algo mal ocurre en
su vida, todo lo que le ocurre a uno, es simplemente lo que recibe.
Es la Karma que uno recibe en la vida. Y esto ha creado una cultura
en la India en que a la gente le importa más la vaca sagrada
que camina por la calle que el mendigo ciego, sin esperanza, que se
siente en la calle.
Nuestro Dios siente el dolor. Dios no simplemente observa el dolor;
no lo desestima como mala suerte que le tocó, diciendo, “Así
es la vida.” Él siente profundamente, absolutamente todo
lo que toca tu vida.
En Mateo 9:36 se ve cómo se sentía Jesús hacia
la multitud: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de
ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen
pastor.”
Jesús miró a las personas y las vio como ovejas sin esperanza,
sin pastor, gente que vivía bajo la ley severa de los Fariseos,
una ley que hizo inaguantable la vida. Estaban bajo el talón
del Emperio Romano. Su vida era dura y su economía sufría
daño por el peso del gobierno romano. Vivía bajo un peso
terrible, y Jesús vio eso y sentía su necesidad y su dolor.
Dios es un Dios que siente. Siente el dolor de nuestra vida, y nosotros
necesitamos recuperar esa habilidad de sentir.
El cuerpo humano es increíble. Cada uno de nosotros tenemos más
o menos dos metros cuadrados de piel. En nuestra piel se encuentran
5 millones de receptores de nervios. Es por eso que nos puede doler
en tantos diferentes lugares. En el extremo de un dedo hay más
de 700 receptores por cada 2mm de piel. Fuiste creado para ser una persona
que siente. Y Dios quiso que fuéramos tocados por el dolor de
otros, que fuéramos sensibles, que tuviéramos empatía
por otros, porque así nos creó Dios. Así es Él.
Dios es un Dios que siente, cuyo corazón se rompe viendo la condición
del mundo.
V. Dios es un Dios que desciende
“He descendido.” Dios descendió a donde nosotros
estamos. Ésta es la esencia del evangelio. Dios envió
a Jesucristo; entró en la historia humana. Él desciende
. . .por eso lo llamamos Emanuel, Dios con nosotros.
Esto es precisamente lo que celebramos en esta época del año:
el descender de Dios, la encarnación, cuando el Hijo dejó
el esplendor del cielo para descender a la tierra y nacer como humano.
Descendió por tres razones: 1) para que viéndolo a Él
podamos saber cómo es Dios; 2) para pagar el precio de nuestro
pecado . . . cancelando así nuestra deuda con Dios; 3) para mostrar
al hombre que sí es posible vivir como Dios manda.
Nuestro Dios no es un dios remoto, lejano. Es un Dios cercano. Cuando
hablamos de la salvación no estamos hablando de algún
concepto vago, intelectual, sino que estamos hablando de darle la bienvenida
a Cristo para que entre en nuestro corazón. Vive en nosotros
y camina a diario con nosotros. No es un Dios distante, sino cercano,
un Dios que desciende.
VI. Dios es un Dios que envía
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para
que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.”
Jesús dijo, “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros
pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros
a su mies.” (Mateo 9:38)
Nuestro Dios es un Dios que envía. El negocio de Dios, por decirlo
así, es enviar a su pueblo hasta lo último de la tierra.
No hay nada que sustituye estar allí. Podríamos enviar
centenares de videos a la Ventana 10/40 o podríamos enviar alimentos
para los niños hambrientos, o podríamos enviarles todo
tipo de consejos en cintas casete, o en libros, pero no es así
como se hace. La forma de hacer la obra misionera es IR. Uno va a donde
ellos están. Dios te envía. No se puede hacer esto en
ausencia. Todos podemos ser parte de enviar a otros, pero también
Dios quiere enviarte a ti al mundo. La iglesia no se compone de algunos
que son misioneros y otros que no lo son. No se compone de algunos que
son ministros y otros que no son ministros. La iglesia se compone del
pueblo de Dios, y cada quien de su pueblo vive bajo el mandato de ir.
Todos deben cumplir un propósito en el plan de Dios. Dios envía
a la gente a donde hay necesidad. Dios es un Dios que envía.VII.
Dios es un Dios que da poder.
“Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién
soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos
de Israel? Y él respondió: Vé, porque yo estaré
contigo;”
Moisés dijo que no podía hacer el trabajo. En Egipto era
buscado por la ley por homicidio. Pero Dios le dijo, “Estaré
contigo.” Cuando le preguntó el nombre de Dios, Dios le
respondió, “Yo Soy el que Soy.”
En el hebreo esa frase también significa, “Seré
lo que seré.” En otras palabras, le dijo a Moisés:
“Moisés, cualquier cosa que necesite eso seré yo.
¿Necesitas un camino por el Mar Rojo? Yo seré ese camino.
¿Necesitas agua en el desierto? Yo seré esa agua.
¿Necesitas alimento en el desierto? Yo seré ese alimento.
Le estaba diciendo a Moisés, “Yo iré contigo.”
Nuestro Dios no nos envía solitos; no nos envía mal preparados.
Si Dios te envía, te equipará. Dios te ha dado las herramientas,
los talentos que necesitas, y Dios te equipará para usar estos
talentos y herramientas para Su gloria. No se trata de lograr algo por
tus propios esfuerzos. Se trata de estar disponibile a Dios. ¿Permitirás
que Dios te use? Él es un Dios que te da poder, que te hace capaz
de obedecerle, y que provee todos lo que necesites para hacer lo que
te pide.
VIII. Dios es un Dios que tiene planes para
tu vida
Tú dirás, “Pero soy solamente un maestro de primaria.”
Con Dios nadie es “solamente” tal o cual cosa. Ser un predicador
no le hace más sagrado que ser un maestro. Ser un abogado o un
médico, un carpintero, un plomero, un electricista, no le hace
menos sagrado que ser un misionero. En la economía de Dios cada
vida es sagrada. Cada trabajo es sagrado. Pero sea lo que sea tu profesión,
Dios quiere que el propósito de tu vida sea llevar el mensaje
de su salvación a los perdidos – aquí en Costa Rica
o hasta lo último de la tierra.
Nos hemos estado haciendo la pregunta equivocada. Quizá has estado
tratando de contestar la pregunta, “¿Cuál será
el lugar de las misiones en mi vida?” Y te pones a pensar en lo
que puedes dar, por quién vas a orar, o en lo que podrás
hacer . . . pero basando tus cálculos sobre cómo piensas
que puedes incluir esto de las misiones en tu vida que ya tienes planeada.
La pregunta “¿Cuál será el lugar de las misiones
en mi vida?” ¡¡es la pregunta equivocada!!
La pregunta correcta es, “¿Cuál es el lugar de mi
vida dentro de las misiones?” Dios quiere que estés en
las misiones, que seas parte de su plan eterno, su plan mundial. Él
quiere que estés en las misiones. La única pregunta es
cómo calzará tu vida en el plan misionero de Dios. Él
tiene un propósito y un plan para tu vida. La vida se torna maravillosa
cuando uno sabe cada día que está haciendo lo que Dios
quiere que haga.
La vida cobrará nuevo significado cuando llegues a la comprensión
de que LO QUE DIOS QUIERE que hagas es exactamente lo que estás
haciendo. No tienes que ser un misionero o un predicador. Pero sí,
tienes que ir donde Dios quiere que vayas, y tienes que hacer lo que
Dios quiere que hagas. ¡Eso sí es emocionante! Dios tiene
un plan para cada uno de nosotros. Nadie se queda por fuera.
Quizá tú eres como Moisés. Dices, “¿Quién
soy yo? Yo no puedo hacer eso.” Pero no nos toca negociar con
Dios. Muchas veces queremos que Dios nos muestre Su voluntad para que
la consideremos. Dios quiere que conozcas Su voluntad para que la hagas,
no para que la consideres.
Necesitas entender que este Dios, con todas las características
increíbles que hemos visto, es un Dios que tiene un plan para
tu vida.
Quizá dirás “Pero es que no sé cuál
será esa voluntad.” No tienes que saberla. Sin duda si
Dios es Dios (y lo es), si es todopoderoso (y lo es), si sabe todo (y
lo sabe), si creó todo lo que hay (y lo hizo), si es todo eso,
sin duda podrá comunicarte cuál es Su voluntad para ti.
Tú dirás, “Pero no sé cuál es Su voluntad
para mi.” Tengo buenas noticias para ti: No tienes que saber.
Lo único que se requiere de ti es que estés sumiso a Su
voluntad. Tú puedes rendirte a la voluntad de Dios antes de saberla.
Aquí es donde empieza la verdadera aventura en la vida cristiana.
No se trata de esperar hasta que Dios te manda una carta de “entrega
especial por DHL.” No tienes que recibir una revelación
de Dios diciendo, “Quiero que hagas esto.”
¡No! Se trata de arrodillarte ante Él para decirle: “Señor,
mi respuesta es SÍ . . . Sea lo que sea que quieres que haga,
SÍ. Dondequiera que quieres que vaya, SÍ. Sea lo que sea
que tienes planeado para mi vida, SÍ. Mi respuesta es SÍ.
Si estás dispuesto a hacer eso, Dios te dirigirá. Dios
te mostrará Su voluntad. Lo único que tienes que saber
es que Dios quiere que hagas algo por Él y que tu respuesta siempre
será “SÍ.”
La vida vivida así es una aventura, una emoción porque
sabes que Dios tiene un plan para tu vida y que tu respuesta siempre
va a ser “sí.” Cuando dices “sí,”
Dios te irá guiando paso a paso, te irá revelando Su voluntad.
Dios está llamando a algunos de ustedes a predicar. Dios está
llamando a algunos de ustedes a ser misioneros. Y Dios está llamando
a otros a ser mensajeros de su salvación a medida que trabajan
como albañiles, como secretarias, como gerentes, como técnicos.
¿No responderás hoy con un “Sí” a lo
que Dios tiene planeado para ti?
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